En 2025 renovar el pasaporte mexicano dejó de ser sinónimo de día perdido. Si tu documento anterior fue expedido después de 2019 y tiene menos de cinco años vencido, entras por la puerta de renovación exprés que abrieron en casi todas las delegaciones. Presentas el pasaporte viejo, pagas, te toman foto y huellas y sales con el nuevo antes de media hora. Lo probé en la delegación de Lindavista y cronometré 26 minutos desde la fila hasta la entrega.
El requisito clave es que no lo hayas reportado como robado o extraviado. En ese caso te mandan al trámite ordinario completo. Para el resto, la lista se redujo a dos cosas: pasaporte anterior y pago. Nada de acta de nacimiento, nada de comprobante de domicilio, nada de CURP. El sistema ya tiene toda tu información y la actualiza en segundos cuando pasas el lector biométrico.
La fotografía también dejó de ser problema. Las cabinas nuevas quitan el fondo, ajustan el tamaño y te dicen si estás sonriendo o no. Si por alguna razón la máquina falla, el funcionario toma la foto con una cámara normal y listo. En la mayoría de los casos la gente ni siquiera se peina porque la máquina corrige hasta el brillo de la frente.
El único detalle que sigue marcando la diferencia es llegar temprano o elegir delegaciones que no son las más famosas. Polanco y Coyoacán siguen llenas, pero Cuauhtémoc, Iztacalco y hasta Tlalpan están vacías después de las diez de la mañana. Con el pago hecho en línea y el pasaporte viejo en la mano, treinta minutos es ahora el estándar real en más de la mitad del país.

